En las últimas semanas el planeta transitó temperaturas elevadas jamás registradas. El calentamiento global se está precipitando como consecuencia del cambio climático provocado por el ser humano, lo que afecta no solo el área terrestre que habitamos, sino también los océanos y las zonas glaciares, poniendo en riesgo los ecosistemas y el medio ambiente.
El aumento de fenómenos meteorológicos como las altas temperaturas amenaza la seguridad alimentaria. Según estimaciones de las Naciones Unidas, «si no se toman provisiones urgentes, el aumento medio de la temperatura a finales de este siglo sería de 3º Celsius, lo que haría que los ecosistemas, el aire, los alimentos, el agua y la vida humana, fuesen irreconocibles». Esto nos hace reconfirmar la idea de que la lucha frente a la crisis climática, al fin y al cabo, se trata a su vez de una lucha por los derechos humanos.
Desde los espacios que se ocupan de esta problemática, la próxima Conferencia de las Partes (COP28), que se celebrará a fines de este año, representa la esperanza de unir esfuerzos y tomar la decisiones adecuadas para frenar el deterioro ambiental y asegurar el derecho de las personas a un ambiente sano y una alimentación segura.
En este contexto nuestras voces como ciudadanos deben hacerse oír: es fundamental ejercer presión sobre las grandes empresas y gobiernos, y exigir el cumplimiento de sus responsabilidades.
«Hacer frente al cambio climático es una cuestión de derechos humanos. Y el mundo exige que se actúe ya»
-Volker Türk, Alto Comisionado de la ONU para los derechos humanos.
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