Cuando hablamos de vivir despacio, de crear un mundo más "slow", nos referimos a la importancia de poder experimentar el momento presente, algo difícil pero que en la práctica se hace posible.
Con mucha facilidad no apreciamos el mundo en el que vivimos. Cuando estamos ansiosos, no somos capaces de percibir al otro, ni al entorno que nos rodea, porque estamos ensimismados en nosotros mismos, atrapados en la vorágine del día, sin poder darnos cuenta de lo que nos hace bien. Cuando nos apresuramos, solo tomamos contacto con lo superficial y no logramos establecer un verdadero contacto con el mundo o las demás personas, volviéndonos egoístas. Como escribió Milan Kundera en su novela “La lentitud” (1996):
«Cuando las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada, de nada en absoluto, ni siquiera de sí mismo».
Todas las cosas que nos unen y hacen que la vida merezca la pena de ser vivida - la familia, los amigos, la naturaleza -, medran en lo único de lo que siempre andamos cortos: el tiempo.
Detenernos a observar, a contemplar cada momento, hace que apreciemos la vida de una mejor manera, alcanzando el bienestar. Uno de los ejemplos más comunes es cuando estamos en modo turistas. Cada paisaje, cada comida, cada lugar y situación es única, apreciamos todo como si nunca lo hubiésemos vivido, entregándonos al tiempo. Eso es lo que nosotros llamamos “Momento Liveslow”, ese momento en el que te encontrás apreciando la vida, conectado con el entorno, con el aquí y ahora, logrando la plenitud. Sin embargo, no hace falta irnos de viaje para experimentarlo. Las tareas más comunes adquieren una cualidad única cuando se realizan con todo nuestro compromiso, con amor y por sí mismas, sin un pensamiento de recompensa o reconocimiento. Preparar la comida, regar una planta, sembrar tu propia huerta... Los momentos ordinarios, los podemos vivir de manera extraordinaria si aprendemos a observar, llevando a cabo nuestras acciones conectados plenamente con la acción, disfrutándola y gozándola.
El beneficio máximo de vivir "slow", se consigue si reflexionamos sobre nuestra manera de hacer cada cosa. Un mundo realmente lento requiere de una revolución del estilo de vida. Cuanto más conscientes somos y más presentes estamos, más fácil se vuelve cambiar los malos hábitos por hábitos saludables para vos y el planeta. No podemos cambiar algo de lo que no somos conscientes. Por eso es importante observarnos para entender el impacto de las decisiones que tomamos día a día, y así identificar qué nos hace bien, qué podemos mejorar y cómo elegimos vivir.
Elegimos llamarnos Liveslow, porque creemos que viviendo de manera "slow", podemos lograr mayor bienestar para nosotros mismos y el mundo que nos rodea, alcanzando la plenitud.
Ahora que llegaste al final de la nota...¿En qué modo elegís vivir lo que resta de tu día?
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